La Corbeta Uruguay

 

Hace poco tiempo recibimos la triste noticia de la muerte de Fernando Murillo. Fue un incansable periodista e investigador que se caracterizo siempre por la profundidad y seriedad de sus escritos. Desde Ciber Nautica le brindamos un homenaje a este amigo publicando uno de sus últimos artículos, referido a este gran barco Argentino

EL UNICO BARCO SOBREVIVIENTE DE LA FLOTA DE SARMIENTO CUMPLIO 125 AÑOS
 
El buque a flote de mayor antigüedad de la Armada Argentina cumplió 125 años desde su incorporación oficial en septiembre de 1874.  Ultimo exponente de la legendaria Escuadra de Sarmiento, la corbeta Uruguay intervino en revoluciones, rescates y expediciones, y fue incluso sede flotante de la Escuela Naval. Desde 1967 es Monumento Histórico Nacional y como tal hoy se exhibe en Puerto Madero.


por Fernando Jorge Murillo




La corbeta Uruguay rumbo a Dársena Norte, diciembre de 1974
 

Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868­1874) Argentina comenzó a perfilarse, tras luchas internas y guerras externas, como una gran república. Los adelantos tecnológicos se incorporaban con rapidez (telégrafo y ferrocarriles, entre otros) y durante este período se produjo una serie de avances relacionados con los buques, los puertos y la navegación, que marcaron el destino del país.

En 1868 el Congreso aprobó un proyecto de navegación por el río Bermejo. Se aprobó el Código Civil, redactado por Dalmasio Vélez Sársfield, y se inauguró el Observatorio Astronómico en Córdoba, dirigido por el norteamericano Benjamin Apthorp Gould (1871). Se estableció la Escuela Naval Militar y se sancionó la ley 498 destinada a la compra de armamentos (mayo de 1872). Este instrumento legal autorizaba la compra de tres buques de guerra acorazados "del sistema más moderno" y de armas portátiles de precisión (ametralladoras).

La compra de los tres acorazados derivó en una serie de construcciones, encargadas principalmente al astillero Cammel de los hermanos Laird, en Birkinhead (cerca de Liverpool), Inglaterra. La ley de armamentos se completó con varios instrumentos legales que condujeron al establecimiento de arsenales y talleres de alistamiento naval. Prueba de ello fue el Arsenal de Marina de Zárate, cuyas obras siguieron siendo controladas por Sarmiento una vez finalizado su período presidencial.

LA FLOTA DE SARMIENTO


 Los historiadores han bautizado con el nombre de flota de Sarmiento, o de "fierro", a la serie de buques que fueron encargados a Inglaterra, principalmente a los astilleros Cammel. Esta flota estaba conformada por cuatro bombarderas (Constitución, Bermejo, República y Pilcomayo), dos monitores (Los Andes y El Plata, basados en el Ericson de la marina británica) y dos cañoneras motoveleras (Uruguay y Paraná). Estas últimas fueron así clasificadas debido a que su armamento principal consistía en cuatro cañones de un calibre de 7 pulgadas, montados sobre cureñas en la cubierta. La propulsión era a máquinas alternativas horizontales más la auxiliar de las velas. Eran más "moto" que "veleros". De allí su clasificación como cañoneras.

A esta pequeña armada se sumaron dos vaporcitos, casi ingnorados por la historia, que fueron bautizados Resguardo y Vigilante, artillados con un cañón Armstrong de 6 pulgadas y con propulsión a vapor. Todos estos barcos tenían casco de "fierro" y propulsión a vapor. Esta flota fue considerada moderna y con un considerable poder de fuego, con la salvedad de que por sus carecterísticas era una armada fluvial con capacidad oceánica restringida. Sin embargo, de todas estas embarcaciones y buques la única que sobrevivió hasta la fecha fue la cañonera-corbeta Uruguay, que hoy nos ocupa.

LOS PRIMEROS AÑOS


 El hecho más destacado, periodística y políticamente, de todos los que protagonizó la Uruguay, fue el rescate de la expedición científica del doctor Otto Nordenskjöld. No menos importantes fueron otros servicios que la cañonera prestó a la Nación mientras permaneció en actividad.

Su llegada al país desde Liverpool, en agosto de 1874, estuvo signada por los sucesos revolucionarios que desató Mitre y que terminaron con la toma por las armas de la cañonera, finalizando el episodio con la entrega de la misma a las fuerzas leales.

Durante 1877 y tras el episodio conocido como "el Motín de los Gabanes" de Zárate, que afectó la continuidad de los estudios en la incipiente Escuela Naval, ésta trasladó sus clases a bordo de la Uruguay. En 1879 la cañonera, amarrada en Buenos Aires, fue testigo del egreso de la primera promoción de oficiales de la Escuela Naval (guardiamarinas Juan Picasso, Agustín del Castillo, Emilio Barilari y Alberto Cánepa).

En 1878 fomó parte de la escuadra que, comandada por el comodoro Luis Py, se dirigió al cañadón de los Misioneros en Santa Cruz para afirmar la soberanía nacional en aguas patagónicas. La fecha pasó a la historia como la de creación de la Flota de Mar, además de ser la primera ocasión en que se conformó una fuerza de tareas ‹según el concepto moderno‹ integrada con un Estado Mayor combinado (Marina y Ejército).

 

Arribo a Dársena Norte de la corbeta-barca Uruguay, el 2 de diciembre de 1903. Nótese el aparejo reducido y la cantidad de público que recibió a la misión de rescate y a la expedición sueca. Previamente la Uruguay había recalado en Santa Cruz.


APETITOS ANTÁRTICOS


 En octubre de 1900 y por Acuerdos de Ministros se autorizó la incorporación de la República Argentina a la Comisión Organizadora de la Expedición Antártica Internacional. Esta pomposa designación abrió un nuevo desafío a nuestro país. La Marina de Guerra fue designada para que destinara a un oficial a dicha conferencia y coordinara los futuros trabajos.
 De acuerdo con lo establecido por esta Comisión, de 1901 a 1903 se desarrollaron cuatro grandes expediciones hacia la Antártida, organizadas por cuatro naciones europeas:


 Tras el desembarco de Nordenskjöld, el Antartic regresó a Ushuaia para reabastecerse, con el plan de invernar en las Georgias del Sur y luego recoger a la expedición de su país.

Nordenskjöld, antes de partir de Buenos Aires (donde había recalado previamente), dejó instrucciones al cónsul sueco. Estas determinaban que si no había noticias suyas antes del 30 de abril de 1903, fecha límite para su recalada en las Islas Malvinas, debían organizar una expedición de rescate. Y así fue. La Antartic naufragó en la bahía Erebus y Terror el 12 de febrero de 1903.

Mientras en Europa se organizaban dos expediciones de rescate ‹una sueca bajo el mando de Olaf Gylden, otra francesa con el explorador belga Adrian de Gerlache y el doctor Juan Charcot‹ surgió la posibilidad de organizar el salvamento con un buque y navegantes argentinos.

El explorador Franciso Pancrasio Moreno, en una carta que se le atribuye, fue quien largó la primera bengala del futuro rescate. La sensibilidad popular y la capacidad de los funcionarios del Estado determinaron que se comisionara al entonces Director del Material de la Marina de Guerra, ingeniero maquinista inspector Adolfo Ruggeroni, a expedirse sobre la posibilidad de designar un buque de la Marina para dirigirse al rescate de la expredicion sueca. El informe fue favorable y resolvió modificar en tiempo récord la veterana cañonera Uruguay, que llevaba en servicio casi treinta años.

La corbeta Uruguay en 1967, amarrada en Río Santiago, a pocos meses de haber sido declarada Monumento Histórico Nacional.


LAS REPARACIONES


 Las reformas estuvieron a cargo del Jefe del Arsenal de Marina de Dársena Norte, comodoro Atilio S. Barilari, secundado por los ingenieros Gustavo Sunblad Roseti y Jacinto Z. Caminos.
 La cañonera-corbeta se puso en dique seco. Se reforzó su casco y se quitaron todos los apéndices externos (quillas anti-rolido y otros). La máquina propulsora original, una alternativa horizontal, fue reemplazada por otra vertical de mucho menor tamaño, proveniente del destroyer Santa Fe. Este buque, de 57 m de eslora y 340 t de desplazamiento, había sido adquirido junto con otros tres gemelos en 1896. En abril de 1897 naufragó durante un temporal sobre La Laja en Colonia del Sacramento. El buque se partió y se perdió pero posteriormente se rescataron parte del casco y sus calderas, una de las cuales fue destinada a las mejoras de la Uruguay. Esta máquina era vertical y dado su menor volumen (y mayor potencia) con respecto a la original, se ganó espacio interior para cisterna de agua potable y carboneras.
 Se colocaron diversos mamparos estancos, llevando a ocho los compartimentos. Se agregó calefacción interior y cisterna de petróleo más la comunicación interna bajo cubierta en toda la eslora.
 En proa se agregó un castillo protector y en popa una toldilla para el timonel, más un pañol de explosivos para cargas a utilizarse en los hielos y la modificación del aparejo original, adaptado a la meteorología austral.

 

Plana mayor de la tripulación que en 1903 rescató a la expedición de Nordenskjöld y a los sobrevivientes del Antartic, antes de partir de Buenos Aires.

LA TRIPULACION SALVADORA


 Mientras se realizaban las reformas a la Uruguay, la Orden General 99/903 del Ministerio de Marina designó a la plana mayor que tripularía la cañonera, ex-corbeta, barca ahora transformada en buque de rescate a vapor con propulsión auxiliar a vela (barca con gavias dobles).
 Tras su metamorfosis náutica, la Uruguay quedó bajo el comando del teniente de navío Julián Irízar. Lo acompañaban el teniente de fragata Ricardo Hermelo como segundo comandante, el teniente de fragata Jore Yalour como oficial de derrota y el alférez de navío Felipe Fliess.
 También formaban parte de la plana mayor el maquinista de primera Juan López de Bertodano, el maquinista de segunda Gualterio Carminatti y el cirujano de segunda, doctor José Gorrochategui. Este último había nacido en Concepción del Uruguay y su familia tuvo un chalet en Punta del Este bautizado "La Uruguay" en recuerdo de aquella gesta.
 Invitado especialmente por el gobierno argentino tras un pedido de las autoridades chilenas, integraba la formación un oficial de la marina de guerra de Chile, el teniente segundo Alberto Boonen Chamaler. Completaron la tripulación 22 hombres, quienes zarparon de Buenos Aires el 8 de octubre de 1903.
 Tras el exitoso rescate de la expedición sueca y de la tripulación del Antartic, la Uruguay tocó tierra patagónica el 22 de noviembre en Santa Cruz. De allí se expidió el primer despacho telegráfico anunciando la noticia de los rescates y del éxito de la operación de salvamento.
 La entrada triunfal de la Uruguay ‹barca con gavias dobles y masteleros picados tras el viaje al Sur‹ se registró en Dársena Norte el 2 de diciembre de 1903, cerrando una de las páginas más gloriosas de los rescates antárticos.
 En 1927 la Uruguay fue dada de baja y en 1955 un decreto del Presidente Provisional de la Nación la designó buque museo. En junio de 1967 fue declarada Monumento Histórico Nacional. En 1972 se la trasladó al área del puerto de Buenos Aires, dado que existía un ambicioso proyecto para crear un parque naval anexo a la Costanera, en conmemoración del centenario de la fundación de la Escuela Naval. En este parque se exhibirían, especialmente acondicionadas, la cañonera-corbeta Uruguay y la fragata escuela Presidente Sarmiento.
 Este proyecto quedó trunco pero ambos buques, hoy museos protegidos por su condición de Monumentos Históricos Nacionales (los únicos flotantes que existen), se conservan en Puerto Madero y están abiertos a la visita del público y a delegaciones estudiantiles.
 En diciembre de 1984, tras la formación de la Asociación Argentina de Veleros Clásicos, se distinguió a la Uruguay con la designación de Velero Clásico Nº 1. Para completar ese acto se desarrolló una ceremonia a bordo de la cañonera, amarrada en Dársena Norte, en el que el presidente de la AAVC, doctor Amadeo Alurralde, acompañado por el Director del buque museo, capitán de navío Hugo Dietrich, descubrieron una plaqueta alusiva.
 La veterana Uruguay también fue parte de la línea de partida de la regata Buenos Aires­Río de Janiero y en las dos últimas décadas visitó puertos argentinos y uruguayos en adhesión a diversos actos conmemorativos. Es el último exponente de la Escuadra de Sarmiento y el buque más antiguo a flote de la Armada Argentina.  
 

 

 
 En diciembre de 1984 la Asociación de Veleros Clásicos homenajeó a la corbeta designándola Velero Clásico Nº 1. El Director del buque museo, capitán de navío Hugi Dietrich, y el Comodoro de la AAVC, doctor Amadeo Alurralde, descubren una plaqueta alusiva.

Artículo publicado en la revista Bienvenido a Bordo en el mes de Diciembre de 1999