FATIGA DE MATERIALES

El tubo de aluminio no acostumbra a faltar si no es por rotura de algún herraje o de la jarcia. Sólo en embarcaciones de regata, con palos muy aligerados, se puede romper por excesiva compresión, pero en este caso el material avisa, pues aparecen deformaciones y ondulaciones en la superficie resultantes de la fatiga del material.

Centrándonos en las jarcias, la mayoría son de cable trenzado galvanizado o de inox, quedando las de varilla destinadas a la competición. El cable galvanizado tiene una vida de unos diez años, aunque puede llegar a doce si el barco navega poco. El cable de inox aguanta bien 7 años, llegando a diez si el barco no navega. El gran problema del cable inox es que cristaliza con el tiempo, volviéndose frágil y quebradizo. Ante la aparición de algún hilo roto, no dudaremos en cambiar la jarcia, más aún si es de inox. Las jarcias de varilla tienen una vida de tres años, aunque sobreviven hasta cinco cuando se navega poco. Pero la varilla es traicionera y se rompe sin avisar. La zona de rotura de jarcia por excelencia es justo en la unión con el terminal, pues la enorme presión necesaria para montarlo debilita el cable. Las crucetas también son causa de desarbolado. Un fallo en la unión con el palo, o el doblado del perfil metálico, pueden dar al traste con el mejor de los palos.

En jarcias y arboladuras es normal ver como el fallo de una pieza con un valor ínfimo acaba con un valor que se multiplica por miles.