Fuente: Revista YATE  1996 Nº 352

El consumo de los motores marinos tiene una gran importancia en la náutica de recreo. intervienen razones de precio y, sobre todo, de autonomía. El consumo no es tan aleatorio como pretenden, a veces, los vendedores de barcos y motores. Bien al contrario, se puede cuantificar con un poco de sentido común.

por Miquel Mallafré

Se cuenta la anécdota del vendedor de automóviles de lujo que, a la pregunta realizada por el cliente respecto al consumo del vehículo le respondió: si le preocupa cuánto consume es que no tiene usted dinero para pagar el coche.

Esa respuesta, además de ser una impertinencia, no tiene sentido en el mundo de la náutica, pues el armador puede preguntar no por razones de economía, sino en razón de la autonomía de navegación deseada. Resulta obvio que una embarcación con escasa capacidad en su depósito y con un alto consumo, no está en condiciones de emprender largas singladuras. El consumo de combustible de un motor marino interesa, pues, por razones de autonomía.

El consumo de una máquina o motor es mayor cuanta más potencia suministra; nos ofrece su máxima potencia cuando funciona al mayor régimen de trabajo posible y disminuye la potencia y el consumo, no necesariamente de forma proporcional, si desciende su régimen de funcionamiento. En un motor marino la autonomía vendrá determinada por una relación de equilibrio entre régimen de funcionamiento y distancia recorrida. Cuanto mayor sea el régimen, mayor será la velocidad, pero también mayor el consumo, de forma que las mayores distancias se recorren cuando se navega a una velocidad sensiblemente inferior a la máxima. Pero no adelantemos acontecimientos.