7. NO PONER LA MANO

Acostumbrados a las embarcaciones menores, donde parábamos la arrancada con un pie, o nos apartábamos de otro casco con la mano, solemos infravalorar la inercia de un casco de desplazamiento superior cuando se ha cometido un error de maniobra y se intenta minimizar el golpe o evitarlo.

También ocurre que un tripulante inexperto, con la mejor de las intenciones, coloca el pie entre dos cascos para ayudar al timonel.

En ambos casos el accidente está cantado, poniéndose en peligro los huesos del pie del infeliz novato.

La sencilla solución consiste en que un tripulante tendrá siempre a mano una defensa cuando iniciemos la maniobra, que será la que se colocará suspendida entre el barco y el muelle en caso de querer parar la arrancada del barco. Si el motor se para a media maniobra, situación más usual de lo que parece, lo mejor, si no se puede hacer nada, es aliarse con el destino, colocar las defensas en el lugar previsto del impacto, avisar a los posibles damnificados de nuestra situación y esperar a que el barco se pare allí hacia donde abatía.