3. PROBLEMAS CON EL ANCLA

Siempre nos acordamos del orinque cuando ya hemos enrocado el ancla, porque lo cierto es que pocas son las veces en que se prevé esta situación. También puede ocurrir que nuestra ancla esté firmemente sujeta bajo una cadena sumergida en el puerto, cadenas de otros barcos o de las que se utilizan para afianzar las guías de los muertos y que están en más puertos de los que nos creeríamos. La solución, antes de llamar a un buzo, consiste en deslizar un cabo en forma de anillo, o mejor una cadena, a lo largo de la cadena principal del fondeo, hasta conseguir llegar a la cana y la cabeza del ancla para poder tirar de ella en el sentido opuesto, utilizando, de ser posible, el bote auxiliar.