EL MARAVILLOSO OJO HUMANO

Una vez centrado el palo, se procede al trimado del tubo. Para ello comprobaremos la verticalidad observando el carril que presenta el perfil del palo por su cara posterior, por donde discurre el grátil de la mayor, siendo el ojo el mejor instrumento de medición. Así pues, apoyando la cara en el palo, observaremos el carril desde abajo hasta la perilla.

En aparejos fraccionados con violín será muy importante verificar esta rectitud antes de dar por bueno el centrado transversal del palo, pues una deficiente tensión de violines puede dar lugar a error. Si queremos perfección, antes de medir el centrado observaremos la linealidad del carril. Para facilitar la operación centraremos el punto del palo donde arraigan las burdas y el estay, y con la observación centraremos la perilla.

Ejemplo de un aparejo que recibe el nombre de autoobencado. Por su especial concepción permite la rotación del palo.

La regulación correcta de la arboladura se lleva a cabo en dos fases. La primera con el barco parado, sin velas. En esta fase intentaremos dejar el perfil lo más centrado y recto posible actuando sobre los tensores de los obenques correspondientes. La segunda fase se realiza en el mar, un día de poca ola y con una fuerza tres-cuatro Beaufort. Pero siempre será el ojo humano el que tendrá que comprobar y dar por bueno el trimado.

Como ya hemos indicado anteriormente, existen distintas soluciones geométricas en tecnología de arboladuras. Es lógico, pues, emprender un estudio pormenorizado de los distintos trimados adecuados para los tipos de aparejo más habituales.