EN EL TINTERO

Nos quedan aún reglajes por comentar sobre el trimado del palo y conceptos como la caída del palo -es decir, desplazar el palo más a proa o a popa-, que va ligado al carácter más o menos ardiente del barco. Si no hay manera de que el caña note el timón en ceñida, no tendremos más remedio que retrasar el centro vélico, y para ello lo más sencillo es darle caída a popa al palo.

El barco será más ardiente, pero la altura de la botavara sobre cubierta será menor. Además, es fácil que los puños de escota de los genoas se acerquen mucho al escotero, quizás demasiado, impidiendo cerrar correctamente la baluma. Si tenemos este problema podemos rectificar las velas, cambiar los escoteros de lugar o amurar los genoas con un pequeño estrobo, si el grátil lo permite.

El mundo de los aparejos no tiene límite. Cuenta la leyenda que este catamarán,  ganador de la Copa América, llevaba a bordo una escopeta para disparar contra el mylar que forra el palo y hace las funciones de mayor si el viento era duro, disminuyendo el rendimiento. Una forma muy especial de tomar rizos que nunca se ha sabido si era cierta.

El caso inverso también es bastante común, es decir, barcos demasiado ardientes difíciles de dominar. En este caso, antes de variar la caída, deberemos estudiar la forma de navegar, de trimar y el estado de las velas. Una mayor envejecida y embolsada, que cierre de baluma, puede ser la causa de que el centro vélico se retrase, por lo que la embarcación mostrará una clara tendencia a orzar.

También nos queda en el tintero todo el mundillo de cuñas en la fogonadura y movimientos de la base del palo. Pequeñas variaciones en estos puntos desplazan bastante la perilla o infringen preflexiones en el palo. Pero este tipo de actuaciones ya huyen del concepto de trimado del palo en aras de la seguridad y de la fatiga de materiales. Son recursos para elevar las prestaciones de las embarcaciones, y éstas, aunque no lo parezca, dependen más del estado de las velas, del mantenimiento de la obra viva, de la capacidad de maniobra y trimado de la tripulación y de la electrónica del barco.

Para finalizar, nos gustaría hacer unas puntualizaciones sobre los aparejos fraccionados con burdas. En ceñidas con mucho viento llega a ser problemática la toma de rizos. El puño de driza de la mayor desciende hasta la encapilladura del estay, dejando completamente libre toda la perilla que anda loca con los pantocazos. No sería la primera vez que se rompe el tramo superior del palo debido a la inercia generada por el pantocazo, pues ya no está la baluma de la mayor para aguantarla. Normalmente se recomienda cazar baquestay para sujetarla.

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Cuando tomamos rizos en un aparejo fraccionado, la perilla queda totalmente libre, por lo que está sometida a grandes esfuerzos por la inercia que adquiere en los pantocazos.

Otra observación a este tipo de aparejos es cómo maniobrar en caso de rotura de la burda alta en ceñida. Si se diera el caso, se virará rápidamente pero sin brusquedades. Tenemos que pensar que la tensión de la escota de mayor repartida por toda la vela, y sobre todo por la baluma, está aguantando el palo. Así que recazaremos escota de mayor y viraremos de inmediato. Ahora bien, si el rumbo es más abierto ya es la burda alta la que está aguantando el palo, pues la mayor ya va largada a sotavento. En este rumbo, la burda es la que verdaderamente aguanta el aparejo, por lo que tendremos mucho cuidado de largar tensión de burda en descuartelares y traveses cerrados con genoa o reacher.

Y por último un consejo: los obenques bajos muy tensos nunca han ganado regatas.