OBENGUILLOS Y BABYESTAY

Los aparejos a tope llevan babyestay o, en su defecto, dos obenques bajos dirigidos hacia proa. Geométricamente, la caída uniforme del aparejo a sotavento implica un aumento de tensión del tercio inferior del palo hacia proa, por lo que flexa el tubo y se produce un aplanamiento y descarga de la mayor.

Si el palo dispone de obenquillos bajos, proeles y popeles, siempre llevarán más tensión los de proa para evitar la inversión del tubo y propiciar la flexión hacia proa. De esta manera, al caer el aparejo a sotavento, el obenquillo proel actúa fuertemente llevándose la panza hacia proa, relegando a los obenquillos de popa la misión de limitar esta fuga. Esta disposición es bastante anticuada y ya está superada, aunque todavía se ve en muchos barcos. La cantidad de jarcia es excesiva, con el gran inconveniente de que los obenquillos popeles no permiten abrir adecuadamente la botavara en rumbos muy abiertos.

Por evolución se llegó al babyestay, un solo cable que tira desde medio palo hacia proa, y que es regulable. Por geometría también implica la fuga hacia proa de la panza del palo cuando el aparejo cae a sotavento y, al ser regulable, podremos amplificar su efecto. El método de navegación es el siguiente. Con ventolinas y mientras podamos, mantendremos el palo lo más vertical posible. Conforme el viento aumente, recuperaremos la comba del estay a base de tensión en el back, flexando sólo la parte superior del palo, Luego pasaremos a actuar sobre el baby, flexando también la parte inferior. Pero esta flexión ya no permitirá recuperar el estay, pues la fuerza del back se transforma en compresión y flexión. Habrá llegado el momento de cambiar la vela de proa por una inferior, que será más plana, menos potente y que en el trazado de su curva de grátil ya contempla la comba del estay. Respecto a la mayor, la aplanaremos al máximo con el pajarín, abriremos baluma gracias a la flexión producida por el back e incluso tomaremos el llamado rizo de fondo, que casi no reduce trapo sino que aplana completamente la vela. Al llegar a los foques, o genoa tres, podemos volver a enderezar el palo largando baby, pues disminuiremos bastante la superficie y el back volverá a ser efectivo para enderezar el estay. Además, al disminuir el solape con la mayor, nos permitirá navegar con la mayor a sotavento, disminuyendo la escora.

Aparejo al tope que regula la flexión de la panza del palo por un sistema de obenques bajos hacia proa y hacia popa, una concepción de geometría actualmente considerada clásica.

Poder bajar la mayor a sota depende del acastillaje propio del barco. Esta configuración tan crucerista de montar el carro de mayor sobre la cabina disminuye nuestras prestaciones, pues una escota de mayor como Dios manda tirará del extremo de la botavara sobre un carro que ocupará toda la bañera. Si no es así, la tensión generada por la vela a media botavara es justo el doble, con el riesgo de partirla. Además, será imposible mantener una baluma en condiciones y trabajar el carro con las rachas. Ante esta situación es recomendable tornar rizos. Es mejor una baluma menor pero bien trimada que llevar la mayor abierta y sin control. Así disminuiremos la escora, relegando el papel de motor completamente a la vela de proa.

Navegar al límite con todo el trapo izado genera las máximas tensiones y compresiones, por lo que es más arriesgado navegar con fuerza cuatro que con fuerza seis. Y recordemos que la obencadura trabaja al máximo en un través, no en ceñida.